Salto Grande: un símbolo de unión entre dos países
Han transcurrido más de 120 años desde que don Gregorio Soler presentó el primer pedido de otorgamiento de una concesión para explotar energía eléctrica en la zona del Salto Grande.
Luego se sucedieron distintas iniciativas individuales a lo largo de la primera mitad del siglo XX, como las de los Ingenieros Juan Smith, Maurice Mollard, Humberto Gamberale y Francisco Mermoz, hasta llegar a la firma del Convenio de 1946 para el aprovechamiento de los rápidos del río Uruguay en la zona de Salto Grande.
Para llevar a cabo las obras fue necesario el esfuerzo y empeño por parte de los gobiernos en las decisiones políticas claves, de los técnicos en lo que refiere a los estudios y el proyecto, y también del pueblo que, sin distinción de banderas, se manifestó a través de los Comités Populares logrando que los propósitos del Convenio de 1946 se cumplieran y la obra de Salto Grande fuera una realidad.
El Complejo Hidroeléctrico Salto Grande es un generador de recursos indispensables para la vida de la Argentina y del Uruguay. Implica la posibilidad de seguir trabajando y creciendo desde la región por el bien común de los países creadores, de sus habitantes, de su industria, su comercio y su desarrollo.
Es una obra multipropósito que, de manera dinámica, trabaja diariamente para el cumplimiento de sus objetivos, haciendo de cada uno de ellos uno nuevo para continuar el desafío original de cara al futuro.
Es, por sobre todas las cosas, un ejemplo de integración y unión entre dos pueblos que, cumplidos treinta años desde la finalización de las obras del Complejo Hidroeléctrico, continúa generando y transmitiendo energía eléctrica, estudiando y trabajando sobre todo aquello que alguna vez, hace muchos años, los pueblos y los gobiernos quisieron.